Cuando yo era adolescente lo que entendíamos por fe no estaba ayudando a mi familia: el matrimonio de mis padres estaba colapsando; mi madre, en busca de soluciones, había recurrido a diversas formas de ocultismo, a la meditación transcendental y a diferentes terapias, además de rezar el rosario que nos hacía creer que algún alivio vendría del cielo. Mi padre no tenía una estabilidad financiera, cambiaba muy seguido de trabajo y prácticamente no estaba en casa. Y en medio de todo esto, ruidos extraños y presencias oscuras sin razón aparente empezaron a percibirse en la casa, y el miedo comenzó a saturar la atmósfera.
En lo que era un gran paso de fe para nosotros, mi mamá trajo a un sacerdote a bendecir la casa. Todavía lo recuerdo con una rosa en la mano regando agua bendita para expulsar a los “espíritus chocarreros”, como él los llamaba. Todos nos llenamos de expectación creyendo que la paz volvería a la casa; pero todo fue de mal en peor: más ruidos raros, más miedo y tensiones, más escasez, más incertidumbre y más soledad.
En medio de esto, un día llegó de sorpresa “el compadre Sergio” a visitarnos, con una Biblia en la mano. Nos leyó algunos pasajes de su “gordo libro”. Mamá lo escuchó atentamente, y fue como recibió entendimiento de algunas cosas que debía deshacerse: fetiches y amuletos diversos que ella creía que traerían la ayuda que tanto buscaba. Después “el compadre” nos pidió tomarnos de
las manos e hizo una sencilla oración proclamando el poder del Nombre de Jesús y Su sangre, conceptos que yo no entendía, y con el corazón lleno de escepticismo, me alejé pensando que todo seguiría igual.
La sorpresa fue que aquellas presencias oscuras se fueron por completo, el miedo desapareció de la atmósfera y yo pensé para mí misma ¿qué poder es éste que hizo que los “espíritus chocarreros” se fueran? ¿Quién es ese Jesús, cuyo Nombre es tan poderoso?
Éste fue el inicio de un proceso de descubrir y experimentar de primera mano un Reino Superior que puede expulsar a un reino inferior de oscuridad, miedo, desesperanza y de miseria. El libro de Lucas nos relata que Jesús sanó a un mudo expulsando de él un demonio, y para quienes buscaban tener una explicación de lo sucedido, Jesús declaró: “Pero, si expulso a los
demonios con el poder[h] de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios.21 »Cuando un hombre fuerte y bien armado cuida su hacienda, sus bienes están seguros. 22 Pero, si lo ataca otro más fuerte que él y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín.” Lucas 11:20-22, NVI
Si has tenido experiencias espirituales que te atormentan y no sabes quién pueda
ayudarte, quiero compartirte que es precisamente Jesús uno más fuerte, quien, con su muerte y resurrección, ha derrotado para siempre al príncipe de la oscuridad.
Te invito a experimentar este poder de Dios que expulsa las presencias oscuras que roban, matan y destruyen, como sucedió con el matrimonio de mis padres y mi familia. Hoy mismo tú puedes experimentar una invasión del Reino de Dios en tu vida. Esto es Sozo.